Por invitación del Consejo Atlántico, Madrid acogerá a finales de este mes de junio la primera Cumbre de la Organización tras la aprobación del programa de adaptación política “OTAN 2030”. Este plan diseñará el futuro de la Alianza a partir de una reflexión sobre el equilibrio global con las potencias emergentes (China) y la necesidad de reforzar su asociación con países como Australia, Japón o Corea del Sur. Además, requiere una mayor inversión en las capacidades militares y fortalecimiento político.
¿Acaso podemos decir que no? Que favorece ciertos intereses o industrias es obvio, pero que tiene un efecto disuasorio brutal es incuestionable. Conviene una reflexión respecto al punto de vista con el que percibimos ahora la Alianza.
Recuerdo que estaba yo en BUP cuando se celebraba el referéndum de la OTAN. Se recogía aquí y allá la opinión de los españoles, encuestas en la calle, debates en la tele y hasta se fomentaba la discusión en los institutos. Recuerdo la pregunta y la reflexión anodina que hacíamos los chavales y chavalas de 14 años sobre la conveniencia de que España se integrara militarmente en la OTAN.
Pronto viviríamos un desarrollo económico que nos permitiría viajar, conocer mundo, sentir como más cercano todo aquello que antes solo estaba en los mapas. Llegaría la globalización y con ella sus ventajas y sus amenazas.
Vivimos años de bonanza, de seguridad, de confianza. Hasta que llegó el 11S y el 11M. Y todo se torció. Viajar y conocer mundo era un suplicio de barreras de seguridad, visitar enclaves históricos era ver pelotones armados a las puertas de los grandes monumentos. Una sensación de peligro controlado. Y tenía que ser así, sin duda. Nos acostumbramos a una amenaza constante.
La pandemia volvió a retorcerlo todo y ahora, que parecía que llegaba la hora valle, asistimos perplejos y horrorizados a una guerra sin argumento en la que se vacía un arsenal militar sobre un país soberano y prácticamente indefenso.
¿Quién podía creer esta locura hace unos años?
Anda que si aquel referéndum lo hicieran ahora… aquel 52% que dijo Sí a la OTAN, con todo lo visto y lo vivido apuesto a que llegaría al 90%.
El proceso de integración total de España en la OTAN comenzó en 1981 cuando comunicó su intención de adherirse en tiempos de Calvo Sotelo. El 30 de mayo de 1982 se convirtió en el miembro número 16 de la Alianza, meses después se suspendieron las conversaciones por la controversia sobre el alcance de la integración militar española. Con Felipe González en el gobierno, el no de su campaña se convirtió en un sí tras un referéndum cuyo 52,54% decidió la participación de España en todos los comités, grupos, agencias y planes de defensa. No obstante fue en 1996, siendo Secretario General de la OTAN Javier Solana, cuando el Congreso dio luz verde al ingreso en la estructura de mandos de la OTAN, y un año después se celebró en Madrid la Cumbre de la Alianza y se comunicó la plena participación de España en la estructura militar.
125.000 hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas españolas han participado en las operaciones de la OTAN desde entonces. España dota de medios y capacidades, participa en las operaciones de misiones de la OTAN cubriendo por vía área, marítima y terrestre los conflictos en distintas partes del mundo y es el séptimo país por su contribución financiera a la Alianza.
Hoy en día, la OTAN moviliza unos 20 mil militares en operaciones internacionales para promover la seguridad y la estabilidad no solo en los Estados miembros sino en los más de 40 países socios, desde Europa central y oriental hasta Asia y el Pacífico.
Desde que se creó en 1949, la Alianza tuvo enfrente, al otro lado del espejo, al pacto de Varsovia, pero con la caída del muro de Berlín en 1989 la “guerra fría” fue desapareciendo. Los oscuros espías pasaron a infiltrarse en las sedes diplomáticas que Rusia tenía en la OTAN y la OTAN en Moscú. Escuchaba el otro día en “La rosa de los vientos” de Onda Cero, contar cómo captaban a mujeres solas, atractivas y necesitadas y cómo las instruían para relacionarse, incluso hasta el matrimonio, con el fin de sacar información a los cargos de los países aliados.
Esta relación diplomática se rompió cuando Rusia se anexionó por toda la cara la península de Crimea en 2014, el año pasado ya hubo expulsión de diplomáticos, cierre de delegaciones y bueno, no nos vamos a olvidar de Trump y su “esto no vale para nada, no vamos a mantenerla más”. Todo ha ido de mal en peor y ya sabemos lo que tenemos en la actualidad.
La actividad de la OTAN entra en escena cuando la diplomacia fracasa, entonces se emprenden operaciones de gestión de crisis bajo la cláusula de defensa colectiva del Tratado, el famoso Artículo 5, o por requerimiento de Naciones Unidas.
Artículo 5 del Tratado (cuyos originales se conservan en el archivo del Gobierno de los EE.UU.): “Las Partes acuerdan que un ataque armado contra uno o más de ellos en Europa o América del Norte se considerará un ataque contra todos ellos y, en consecuencia, acuerdan que, si tal ataque armado ocurre, cada uno de ellos, en ejercicio del derecho de o la legítima defensa colectiva reconocida por el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, asistirá a la Parte o Partes atacadas tomando inmediatamente, individualmente y en concierto con las demás Partes, las acciones que considere necesarias, incluido el uso de armas fuerza, para restaurar y mantener la seguridad del área del Atlántico Norte”.
El artículo 5 es trending topic mundial. Por una parte es el que nos protegería al contraataque en caso de agresión aunque más bien actúa como elemento disuasorio. Y espero que siga así. Ese número 5 es el que separa la guerra mundial, suponemos que apocalíptica, de la guerra vista desde la frontera OTAN-Ucrania, un triste espectáculo en el que un país soberano es devorado lentamente por un gigante preparado para ello.
Este es el contexto en el que Madrid recibió el pasado 30 de mayo al Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, ex Primer Ministro de Noruega, para participar en la celebración del 40 Aniversario de la adhesión de España en el Teatro Real de Madrid.
Y con este mismo motivo Madrid albergará en el IFEMA durante los días 28, 29 y 30 de junio de 2022 la cumbre de la OTAN en la que recibiremos a los jefes de Estado y de Gobierno de los países aliados
Prepárate Madrid, que sales. Una vez más, cortes de calles, despliegue policial, hostelería, restauración, colapso y lucimiento. No hay triunfo sin dolor. La ciudad está acostumbrada a organizar con éxito eventos de cualquier índole, envergadura e importancia. No sólo Madrid, cualquier ciudad española tiene solvencia como organizadora de grandes encuentros. No somos el París de la última Champions.
Fuentes: web OTAN (Imágenes y documentación). Gobierno de España (Defensa, Exteriores, Presidencia)