Si estamos hablando del Teletrabajo es porque está demostrado que allí donde se han puesto los medios y las herramientas ha multiplicado la eficiencia del servicio público, la productividad del trabajador y de la Organización o Institución.
Forzado por la pandemia llegó de forma rápida, abrupta y sin apenas darnos tiempo a planificar ni a aprender a trabajar de una manera tan novedosa.
Pero los que hemos hecho el esfuerzo de sacarle partido y de dominar los programas bajo los que se desarrolla y por tanto lo posibilitan, hemos entrado en el siglo XXI de forma repentina y sin duda irreversible.
¡¡Cómo vemos ahora a los compañeros que no han logrado el salto!!. Qué antiguo se percibe y se recibe esa forma de hacer las cosas del siglo XX, que hasta hace dos años era nuestra rutina también. Éramos analógicos en un mundo digital.
Comparo la eficiencia de los equipos humanos que manejamos las herramientas del teletrabajo con la de los que siguen sin hacerlo. Es abismal. Es otro mundo. Es otra era.
En el 2022 no debemos retroceder a formas de trabajo del siglo pasado.
Eso sí, necesitamos una regulación que haga justicia y ponga equilibrio entre las partes, pero sin rigideces. La flexibilidad es la clave del éxito cuando se regulan relaciones entre personas. No impongamos normas que no juegan a favor de la eficiencia.
Es fácil, jugamos con la ventaja de que ya tenemos experiencia antes que Norma. Aplíquese el sentido común.
En esta sociedad en la que los ciudadanos pueden adquirir tanto conocimiento como los que gobiernan, deciden o manda, no es digno tratar a las personas como menores de edad. Lo justo, eficaz e inteligente es valorar al trabajador por el resultado del desempeño de su actividad.
Ni que decir tiene lo que una ahorra en los trayectos, en transporte, en comidas fuera de casa. Es una esperanza, es la oportunidad, para la España vaciada. Es evidente que el teletrabajo disminuye el uso del vehículo y por tanto gana el medio ambiente y gana el que no puede teletrabajar y tiene que conducir por unas vías menos atascadas o coger un metro o un bus con menos gente dentro.
Es cierto que la interacción social en persona no es comparable a la online. Pero ¿qué lo impide?
Es un sistema voluntario que permite si uno quiere ir a la oficina y pasar un tiempo de la jornada laboral charlando con los compañeros. O recibir visitas de personas sensibles a los matices de las miradas o la gestualidad que se pierden en las reuniones online.
Sin duda el teletrabajo requiere de un buen aprendizaje de las herramientas, de una buena planificación de los objetivos, de un esfuerzo de cohesión de los recursos humanos y de la dotación de equipos al personal.
Bien, pues formen, cohesionen y equipen. Esto les llevará a la eficiencia y al aumento exponencial de la productividad.
Sólo recordar que la Administración del Estado, que es donde he desarrollado mi carrera laboral desde distintos Ministerios, requiere urgentemente una modernización integral, una adaptación a la realidad, un aprovechamiento del talento de los funcionarios y un ejercicio de empatía con los ciudadanos. Esperemos que los programas de digitalización que ampara el Plan de Recuperación de la UE se pongan en marcha y den los resultados esperados.
No podemos decir que queremos servicios públicos de calidad y seguir con los sellos, las fotocopias y la falta de atención rápida al ciudadano.
Tú, ¿cómo lo ves?